A medida que avanzamos en la segunda década de la transición energética, las tecnologías más limpias como la energía renovable y los vehículos eléctricos han tomado la delantera en la carrera hacia la descarbonización. Sin embargo, existen otros sectores de la economía con dificultades para abordar la transición energética. Un elemento que puede ser crucial para estos segmentos de difícil acceso es el hidrógeno verde.
La última evaluación del Índice de Transición Energética del Foro Económico Mundial revela que más del 95% de los países han mejorado sus puntuaciones gracias a inversiones en energía limpia y marcos regulatorios más exigentes. A pesar de estos logros, la transición va más allá de descarbonizar la generación de energía, requiriendo una transformación integral del sistema energético, que debe ser más eficiente e innovador. El hidrógeno verde, al ser una fuente de energía libre de carbono, tiene ciertas ventajas sobre las fuentes renovables: puede transportarse largas distancias, almacenarse y adaptarse a estructuras ya existentes para combustibles fósiles.
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